Este misionero paúl, nace en uno de los pueblos más bonitos de España, Tejeda, situado entre los riscos y barrancos de la hermosa isla de Gran Canaria, en el último año del siglo XIX (1899). Su familia era numerosa a la par que trabajadora. Él mismo contaba que, con tan solo siete años, le dijo a un paúl que pasaba por allí: ¡Yo quiero ser como usted: quiero ser misionero! Por lo que ese misionero desconocido le respondió que para eso aún tenía que tomar mucho gofio (alimento básico del archipiélago canario).
No pasaron muchos años para que su deseo comenzara a desarrollarse. Con 12 años, es llevado a la capital insular para conocer a esos misioneros que había conocido por su pueblo. Después fue trasladado a la Península donde vivió toda su etapa formativa: Guadalajara, Madrid y Cuenca. Fue ordenado presbítero en 1925.
Su apostolado está vinculado a la formación, a la pastoral juvenil, a la investigación histórica y a las misiones (tanto populares como ad gentes). Sirva de ejemplo su tarea de profesor en el seminario diocesano de Tenerife, su labor de maestro en los barrios pobres de la isla tinerfeña, la creación de grupos juveniles cristianos en diferentes lugares de España y América, la dirección de los Anales de la CM España; la publicación de varios escritos biográficos de muchos santos y beatos vicencianos y de espiritualidad caritativa; sus trasiegos por pueblos y aldeas…Todo ello, llevado a cabo en la isla de Tenerife, Madrid, en la isla de Gran Canaria y en los enclaves caribeños de Puerto Rico y República Dominicana.
Cabe destacar su celo misionero ya que con setenta y cinco años se ofrece voluntario para ir a América donde siguió trabajando en la formación de los jóvenes y en la acción evangelizadora entre los pobres.
Murió en República Dominicana en 1979. Lo hizo fuera de España, fuera del pueblo canario donde vio la luz, pero nació para la misión celestial donde están los buenos misioneros como lo fue el P. José Herrera Suárez, CM.
Dejó un gran legado bibliográfico para la Congregación de la Misión. Además su persona sigue viva y encarnada vicencianamente entre varias sobrinas Hijas de la Caridad y su sobrino el P. José Vega, CM.
La anécdota que a todos nos emociona es cuando en su lecho de muerte pidió renovar los votos. El misionero que lo asistía (P. Larrea) no encontraba las Constituciones. Entonces, el P. Herrera dijo: “No se preocupe, si mil veces naciera, mil veces sería paúl”.
Para ampliar la información:
El P. José Herrera visto por sí mismo y por su sobrino: Pincha aquí.
Apuntes historiográficos del P. José Herrera: Pincha aquí.