Fue a la escuela de párvulos del pueblo; un poco mayor, alternaba la escuela con la guarda de los corderos en tiempo de primavera y en este caso se llevaba consigo el libro para repasar sus lecciones; siempre guardaba los corderos en el huerto y otros campos cerca del pueblo por lo cual obedecía a su padre y al mismo tiempo salía airoso con su maestro.

Demostró su humildad  y  su  inclinación  a  los  libros.  El  P.  Paúl Mariano Garcés Mata hermano de la madre de Roque, que conocía sus inclinaciones desde niño, le llevó al colegio apostólico de La Iglesuela y, sin duda, influyó en su vocación sacerdotal y misionera.

En las vacaciones de verano ayudaba a su único hermano en las tareas del campo y juntos, segando y cantando, pasaban los días distraídos en medio del ajetreo de la recolección. Por eso decían los vecinos: Roque es toda bondad. Tuvo buenas cualidades para la música. Su familia era especialmente devota de la Eucaristía, constantes por tradición en participar en las vigilias. Precisamente la fecha de nacimiento de Roque Guillén coincidió con la fundación en Zaragoza de la Adoración Nocturna (21-05-1879).

Estas dos características marcaron su apostolado que desarrolló principalmente en misiones populares y en la atención espiritual a las Hijas de la Caridad de suerte que, sin ser un orador brillante, era un hombre de mucha oración y su vida convencía. Predicó en el mismo Sarrión y pueblos vecinos trasmitiendo paz, gusto por la liturgia y amor al trabajo. Sus compañeros dicen de él que era piadoso, sencillo y humilde; sacrificado y trabajador; observante de la regla y particularmente puntual en acudir a la oración de la mañana; reconocía y aplaudía sinceramente los éxitos de los demás; un excelente compañero que se hacía querer de todos.

El P. Roque Guillén trabajó en La Iglesuela del Cid (Teruel), Teruel capital, Ávila, Orense y Zaragoza. En 1930 recibió su último destino, la casa de Capellanes de Madrid.

Consecuente con su conducta de obediencia y alegre sacrificio, en época de persecución religiosa permaneció en la comunidad al servicio espiritual de las Hijas de la Caridad. Allí fue hecho prisionero el 25 de julio de 1936 con El P. José María Fernández y compañeros, por su condición de sacerdotes y misioneros, realidad que jamás disimularon. Fue martirizado el 23 de octubre de 1936 en Vallecas. Siguió el mismo proceso de prisión, tormentos, coacciones para que denunciaran los refugios de otros compañeros y martirio, que el P. José María Fernández.