Nuestro Dios se caracteriza por ser un Dios generoso y disponible, cercano y amigo, que busca acompañarnos en nuestra vida hacia Él. De ahí, que de los muchos dones y gracias que Él nos ha dejado, el más grande, el más sublime, el más significativo de todos, es la Eucaristía. En ella Jesús se ha quedado en cuerpo y alma, y se nos entrega, como una ofrenda, con un don, como gracia para ser para nosotros, alimento de vida eterna.
¡Caridad y Misión!
P. Chuno, CM
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