Nace en Puzol (Valencia) el 22 de noviembre de 1915. El padre del Hno. Trachiner estuvo casado dos veces. Del primer matrimonio tenía ya dos hijos. De viudo se casó con Remedios Montañana Coret,  y de estas segundas nupcias nació Manuel y otro hermano menor llamado Bautista. Murió también la segunda esposa, siendo los niños de pocos años y el padre, agobiado por quedarse solo con cuatro hijos, mandó a los dos más pequeños a la Casa de Beneficencia de Valencia, porque los mayores ya podían ayudarle algo en su trabajo de agricultor. Así fue como Manuel Trachiner desde niño estuvo al cuidado de las Hijas de la Caridad, pero la familia no se desentendió de él en absoluto, al contrario, mantuvieron una relación cordial todos los parientes.

De vacaciones volvían los dos niños a casa y, tanto la familia como el párroco observaron que, así como el pequeño no se adaptaba bien a la vida del internado, Manuel estaba deseando regresar a Valencia. Las Hermanas le querían muchísimo. Ellas descubrieron las buenas cualidades del muchacho y orientaron su vocación. No tuvo más destinos que Hortaleza, antes de terminar el noviciado ya estaba de jefe de taller. Su sensibilidad artística, su buen carácter, su sentido de responsabilidad, el amor al trabajo y su madurez superior a la edad, son notas características de su personalidad.

Fue un modelo de conducta para los estudiantes, jóvenes como él. Cuando lo mataron no había cumplido los 21 años. Con él trabajaba el Hno. Cecilia, todavía seminarista.

Al H. Manuel Trachiner Montañana lo mataron junto al Hno. Vicente Cecilia Gallardo. Son los primeros mártires de la Familia Vicenciana en la persecución de 1936 y probablemente los primeros de Madrid.

Todo hace pensar que los milicianos de Canillas decidieron su muerte inmediatamente en la mañana del día 20 pero esperaron a matarlos de noche, en la madrugada del 21. No se les puede tachar de imprudentes por llevar consigo la sotana. Ambos procedían de un ambiente muy religioso y siendo la primera ocasión de volver a su parroquia, era lógico que pensaran usar allí los signos religiosos. Así lo entendieron las familias de ambos.