DÍA 9: HUMILDAD ¡DEJA QUE SEA TU CONTRASEÑA!
Busca un lugar tranquilo.
Si puedes, coloca una cruz sencilla, sin adornos, como símbolo de la humildad de Cristo.
Enciende una vela pequeña, signo de la luz que nace del corazón humilde.

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Evangelio del día: Lucas 1, 46-50
María dijo entonces:
“Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí.
Su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
Enseñanzas de San Vicente de Paúl
“Pidámosle que, cuando nos pregunten sobre nuestra condición, nos permita decir: ‘Es la humildad’.
Que sea ésta nuestra virtud. Si se nos dice: ‘¿Quién va?’ —- ‘La humildad’. ¡Que sea esta nuestra contraseña!».
SVP XI, 491
Para la reflexión personal
María no se engrandece a sí misma, sino que reconoce la grandeza de Dios en su pequeñez. Esa es la verdadera humildad: no negarse, sino saberse instrumento, saberse amado, saberse elegido sin merecerlo.
San Vicente lo expresa con una imagen poderosa: “Que la humildad sea nuestra contraseña.”
Como misioneros/as, estamos llamados/as a vivir con esa actitud: no buscando el aplauso, sino el servicio; no buscando ser vistos, sino ser fieles. La humildad no es debilidad, es fuerza interior. Es vivir con los pies en la tierra y el corazón en Dios.
La oración de hoy es una súplica valiente:
“Que renunciemos al aplauso de los hombres…
que aprendamos a ser verdaderamente humildes de corazón.”
Porque solo desde la humildad podemos ser auténticos testigos del Evangelio, cercanos a los pobres, disponibles para la voluntad de Dios, libres de la vanidad y del ego.
Preguntas para el corazón:
- ¿Acepto con paz mis límites y fracasos, o lucho por aparentar perfección?
- ¿Cómo puedo hoy practicar un gesto concreto de humildad en mi misión?
Puedes cerrar este momento repitiendo en silencio:
“Señor, que la humildad sea mi contraseña. Que mi vida hable de Ti, no de mí.”
Oración final
Señor Jesús,
tú elegiste el camino humilde.
Ayúdame a buscar tu gloria, no la mía.
Que no me guíe la vanidad,
sino el deseo de servir con sencillez.
Enséñame a ser humilde de corazón,
siguiendo tu ejemplo y tu gracia.
Como el Beato Federico Ozanam,
que vivió su fe sirviendo a los pobres con ternura y valentía,
quiero también descubrir tu rostro en los más necesitados
y aprender de él la humildad hecha servicio.
Haz que, como Ozanam,
no busque ser reconocido,
sino que mi alegría esté en amar y dar,
en silencio y con fidelidad.
Amén.
Gentileza de: Misevi España