DÍA 6: LA TRINIDAD Y LA COMUNIÓN CON LOS DEMÁS
Busca un lugar tranquilo. Si puedes, coloca tres velas encendidas, representando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Si no tienes velas, simplemente visualízalas en tu corazón. Respira profundamente y haz silencio.
Haz esta oración breve para disponerte:
“Dios Trinidad, comunión perfecta, enséñame a vivir unido a Ti y a mis hermanos. Que este momento sea un encuentro contigo, fuente de amor y unidad.”
Evangelio del día: Mateo 28, 19-20
Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
Enseñanzas de San Vicente de Paúl
Entre vosotras debe haber una gran unión y, si es posible, semejante a la de las tres personas de la santísima Trinidad; porque, ¿cómo, mis queridas hermanos, podríais ejercer la caridad y la mansedumbre con los pobres, sino la tuvierais con vosotras mismas?».
SVP XI, 67
Para la reflexión personal
La Trinidad no es solo un misterio teológico: es el modelo de toda comunión verdadera. Tres personas distintas, un solo Dios, unidos en amor perfecto. Como misioneros/as, estamos llamados/as a reflejar esa unidad en nuestras relaciones, en nuestras comunidades, en nuestro servicio.
San Vicente lo expresa con claridad:
“Debe haber entre vosotras una gran unión, semejante a la Trinidad…”
No podemos anunciar el Evangelio si no vivimos en comunión. La caridad con las personas empobrecidas comienza con la caridad entre nosotros/as. La unidad no es uniformidad, sino armonía en la diversidad, respeto, escucha, tolerancia, perdón, colaboración.
El poema que acompaña este día es una súplica intensa:
“Agita mi corazón, Dios de tres personas, por ti…”
Es el deseo de ser transformado, liberado, renovado por el amor trinitario.
Porque solo quien ha sido cautivado por Dios puede vivir libre y amar con profundidad.
¿Estoy dispuesto/a a dejar que Dios “agite mi corazón” para renovarme en el amor?
¿Cómo puedo ser hoy signo de comunión en medio de la misión que me ha sido encomendada?
Puedes cerrar este momento repitiendo en silencio:
“Dios Trinidad, hazme reflejo de tu comunión. Que mi vida sea unidad, caridad y paz.”
Oración final
Sacúdeme, Dios Trino,
enciende mi alma dormida.
No basta con tocarme,
¡ven y transfórmame!
Mi razón, débil guardián,
no puede sostenerme.
Te amo, pero estoy atado
a lo que no eres Tú.
Rómpeme, libérame,
hazme tuyo por completo.
Solo en tu prisión soy libre,
solo en tu amor, casto y entero.
Amén.
Gentileza de: Misevi España