DÍA 4: CRISTO COMO EVANGELIZADOR DE LOS POBRES

Busca un lugar donde puedas estar en silencio. Si puedes, siéntate frente a una cruz o una imagen de Cristo misionero. Enciende una vela. Cierra los ojos. Respira profundamente.

Imagina a Jesús en la sinagoga de Nazaret, abriendo el rollo del profeta Isaías. Su voz resuena con autoridad y ternura:

“El Espíritu del Señor está sobre mí…”

Ahora, imagina que Él te mira y te dice

“Como el Padre me envió, así te envío yo.”

Permanece unos minutos en silencio, dejando que esa mirada y esas palabras penetren tu corazón.

Evangelio del día: Marcos 16, 15

Y les dijo: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación”

¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!

Enseñanzas de San Vicente de Paúl

Si, nuestro Señor pide de nosotros que evangelicemos a los pobres: es lo que él hizo y lo que quiere seguir haciendo por medio de nosotros/as. Tenemos muchos motivos para humillarnos en este punto, al ver que el Padre eterno nos destina a lo mismo, que destinó a su Hijo, que vino a evangelizar a los pobres. ». SVP XI, 386

 

Para la reflexión personal

Jesús no solo predicó con palabras. Su vida entera fue un Evangelio encarnado. Tocó a intocables, miró a los/as olvidados/as, levantó a las personas caídas. Su Buena Nueva no fue solo un mensaje, sino una presencia transformadora.

San Vicente lo entendió con claridad: Cristo quiere seguir evangelizando a los pobres a través de nosotros. No somos simples transmisores de ideas, sino instrumentos vivos de su amor. Y eso nos sobrepasa. Por eso, Vicente nos invita a la humildad: “Tenemos muchos motivos para humillarnos…”

La oración de hoy es un grito del corazón:

“Enciende mi corazón con ganas de servirte…”

Es el deseo de un alma que quiere arder de celo misionero, no por protagonismo, sino por amor. Porque evangelizar no es solo hablar de Dios, sino dejar que Dios hable a través de nosotros/as.

¿Estoy dejando que Cristo evangelice a través de mí, o me apoyo solo en mis fuerzas?

¿Qué significa para mí hoy “proclamar la Buena Nueva” en mi entorno misionero?

Puedes cerrar este momento repitiendo en silencio:

“Señor, continúa tu obra en mí. Hazme Buenas Nuevas para los pobres.”

 

Oración final

Señor mío,

enciende mi corazón con el deseo de servirte.

Me has llamado a anunciar tu Palabra

y a cuidar de quienes me rodean,

siguiendo el ejemplo de Jesús,

nuestro Salvador.

Tú pensaste siempre en la salvación de todos,

porque esa era la voluntad del Padre.

Enséñame a vivir como tú,

y a tener las virtudes de los verdaderos misioneros:

humildad, alegría, entrega y amor.

Haz que mi vida sea fuego que encienda otros corazones,

y que mi servicio sea reflejo de tu misericordia.

Quiero darte todo lo que soy:

mi cuerpo, mi alma, mi mente y mi espíritu,

para hacer siempre lo que te agrada.

Continúa tu obra en mí, Señor,

y que, como misionero vicentino,

pueda llevar tu luz a cada rincón del mundo.

Amén

Gentileza de: Misevi España