DÍA 3: CRISTO COMO MISIONERO DEL PADRE
Busca un momento de silencio. Si puedes, enciende una vela como signo de la luz del Espíritu que te guía. Coloca una cruz o una imagen de Jesús pobre.
Respira profundamente y haz esta oración para disponerte:
“Espíritu Santo, ven sobre mí. Abre mi corazón para recibir tu Palabra y tu fuego. Que este momento sea un encuentro contigo, que me envías a anunciar la Buena Nueva.”
Evangelio del día: Lucas 4, 18
“El espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos”.
¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
Enseñanzas de San Vicente de Paúl
Por tanto, nuestra vocación consiste en ir, por toda la tierra; ¿para qué? Para abrazar los corazones de todos los hombres, hacer lo que hizo el Hijo de Dios, que vino a traer fuego a la tierra para inflamarla de su amor».
SVP XI, 553
Para la reflexión personal
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido…”
Como misioneros/as, no actuamos por iniciativa propia, sino porque hemos sido ungidos y enviados. Esta unción no es solo un símbolo: es una fuerza viva que nos impulsa a anunciar, liberar, sanar y acompañar.
San Vicente lo entendió profundamente: la vocación misionera es abrazar los corazones, encender el fuego del amor de Dios en el mundo. No se trata solo de predicar, sino de inflamar, de tocar vidas, de encender esperanza.
El poema que acompaña este día nos interpela:
“¿Qué planeas hacer con tu única salvaje y preciosa vida?”
Como misioneros/as, esta pregunta nos llama a vivir con intensidad, con propósito, con entrega. Nuestra vida es preciosa porque ha sido consagrada para una misión: llevar a Cristo a los pobres, a los cautivos, a los ciegos, a los oprimidos.
¿Estoy viviendo mi vocación como alguien ungido y enviado por el Espíritu?
¿Qué fuego estoy encendiendo en los corazones que encuentro en mi misión?
Puedes cerrar este momento repitiendo en silencio:
“Señor, que tu Espíritu me impulse a anunciar, liberar y amar con pasión.”
Oración final
Dime, Señor,
¿qué más querías de mí?
¿No se acaba todo pronto,
a veces sin avisar?
Entonces,
¿qué haré con esta vida mía,
única, salvaje, preciosa?
Quiero gastarla en amor,
en servir, en dar consuelo,
en llevar tu luz
a donde hay sombra y dolor.
Quiero vivirla contigo,
y para los demás.
Amén.
Gentileza de: Misevi España