Quien de verdad quiere llevar una vida cristiana, debe de saber que su existencia y su razón de ser, están ligadas a dar buenos frutos, frutos que no son para Dios sino para conseguir una vida más feliz para cada uno de nosotros y para quienes nos rodean. Dar frutos es dar vida, comunicar vida, rescatar la vida, dignificar la vida… por eso, junto al salmista le pedimos ayuda a Dios: “ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa…”

¡Caridad y Misión!

P. Chuno, CM

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