«[…] los pobres asistidos […] serán sus intercesores delante de Dios; acudirán en montón a su encuentro; dirán al buen Dios: «Dios mío, est(e) es (e)l que nos asistió por tu amor; Dios mío, est(e) es (e)l que nos enseñó a conocerte». Porque, ved […]. Ellos dirán: «Dios mío, est(e) es (e)l que me enseñó tus bondades por medio de las suyas […]». (SVP; IX,241).