DÍA 5: VICENTE COMO MÍSTICO DE LA CARIDAD
Busca un lugar tranquilo. Si puedes, enciende una vela como símbolo del fuego del amor de Cristo. Coloca una cruz o una imagen de San Vicente de Paúl. Respira profundamente. Haz silencio.
Haz esta breve oración para disponerte:
“Señor Jesús, enciende en mí el fuego de tu amor. Que este momento sea un encuentro contigo, que me llamas a vivir la caridad como Vicente.”
Evangelio del día: Lucas 12, 49-50
He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!
¡Palabra del Señor! ¡Gloria a Ti, Señor Jesús!
Enseñanzas de San Vicente de Paúl
Miremos al Hijo de Dios: ¡qué corazón tan caritativo!, ¡qué llama de amor! Jesús mío, dinos, por favor, qué es lo que te ha sacado del cielo para venir a sufrir la maldición de la tierra y todas las persecuciones y tormentos que has recibido. ¡Oh Salvador! ¡Fuente de amor hasta nosotros y hasta un suplicio infame! ¿Quién ha amado en esto al prójimo más que tú? Viniste a exponerte a todas nuestras miserias, a tomar la forma de pecador, a llevar una vida de sufrimiento y a padecer por nosotros una muerte ignominiosa; ¿hay amor semejante? ¿Quién podría amar de una forma tan supereminente? Sólo nuestro Señor ha podido dejarse arrastrar por el amor a las criaturas hasta dejar el trono de su Padre para venir a tomar un cuerpo sujeto a debilidades».
SVP I, 555
Para la reflexión personal
San Vicente no fue solo un organizador de obras de caridad. Fue un místico del amor, un hombre profundamente unido a Cristo, que vivió la caridad como una experiencia espiritual, como una forma de comunión con Dios y con los pobres.
La Palabra de hoy nos muestra a Jesús deseando encender un fuego en la tierra. Ese fuego es el amor que transforma, que consuela, que libera. Vicente dejó que ese fuego lo consumiera. Su vida fue una llama encendida que iluminó a los pobres, a los marginados, a los olvidados.
Sus palabras nos interpelan:
“¿Quién ha amado al prójimo más que tú, Señor?”
El poema que acompaña este día nos recuerda que no se vive en vano cuando se ama, cuando se consuela, cuando se ayuda a levantar. Como misioneros/as, estamos llamados/as a vivir así: con un corazón encendido, sensible, disponible.
Ser místico de la caridad no es vivir en las nubes, sino encarnar el amor de Dios en lo concreto, en lo cotidiano, en lo difícil.
¿Vivo la caridad como una experiencia espiritual, o solo como una tarea?
¿Qué me enseña San Vicente sobre amar con profundidad, humildad y entrega?
Puedes cerrar este momento repitiendo en silencio:
“Señor, hazme llama viva de tu caridad. Que mi vida sea fuego que consuela y transforma.”
Oración final
Si puedo evitar que un corazón se rompa,
No viviré en vano;
Si puedo aliviar el dolor de una vida,
O aplacar un dolor,
O ayudar a un petirrojo desmayado
A su nido otra vez,
No viviré en vano.
Si puedo evitar que se rompa un corazón.
Amén.
Gentileza de: Misevi España